Solano intenta escapar
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29.10.2006 | 10:38
Hindú se reencontró con la Gloria

A partir de la indeclinable solidez estructural, los de Don Torcuato fueron más que Alumni y se coronaron campeones por tercera vez en su historia.

No sólo el juego preciso o las destrezas individuales alcanzan para resolver exitosamente un partido con las características de una final.

Y en esta lucha de potencias, de los mejores conjuntos del certamen, Hindú tuvo la jerarquía para ser distinguido con el N° 1; la diferencia del nuevo monarca radicó en la inquebrantable fortaleza mental y el convencimiento.

Esos dos atributos, signos del crecimiento, les permitieron a los torcuatenses alcanzar la gloriosa victoria ante Alumni por 20-5. Hindú cumplió con una actuación casi perfecta; porque a pesar de que en el segundo tiempo se quedó sin la pelota, resistió estoicamente, en ningún pasaje se lo vio desbordado y, ante la mínima duda de su oponente, respondió marcando puntos.

Las acciones se fueron desarrollando a partir de la vehemente pulseada física, una escena previsible; pero en medio de esa paridad de dientes apretados, fue Hindú el que estableció una pequeña ventaja al bloquear todas las capacidades de los de Tortuguitas: le ensució el line (le robó cuatro balones, aunque también perdió tres lanzamientos propios), contuvo el avance del maul y se le plantó en el scrum. Los flamantes campeones se mostraron más íntegros a partir de eso, y de una defensa sin concesiones. La magistral lucidez conductiva de los Fernández Miranda hizo el resto.

El plan no dejó libre ningún detalle, y los ejecutantes lo cumplieron con devoción. A partir de un line robado por Solano, se gestó el try de Gauthier, y cuando se aproximó a la zona de peligro, no perdonó, algo en lo que sí falló Alumni. En el cierre del capítulo inicial pasaron zozobras los perdedores, con una secuencia de bloopers sobre el in–goal; una mala decisión de Van der Ghote y un knock-on de Uriburu, le permitieron a Manasa Fernández Miranda apoyar, pero en ambas ocasiones todo quedó en la nada (se recurrió al video-ref) por infracciones.

Se recompuso Alumni, pero, a pesar de que forzó a Hindú a atrincherarse, no pudo quebrarlo. Llegó a permanecer 13 minutos en cinco yardas rivales y no anotó; no sacó provecho de los cinco scrums (uno solo en favor de los torcuatenses) y los dos lines que hubo. Las equivaciones lo perjudicaron rotundamente: en pleno ataque, retrocedió por un golpe de Bianchi a Iachetti; otro knock-on de Uriburu (complicidad de Azpiroz y Villanueva posterior), permitió la réplica que terminó en la primera conquista de Díaz Bonilla, y la segunda anotación del wing –decisiva– se dio al taparle un kick a Van der Ghote. Conclusión, Hindú tuvo mente y corazón ganador, y por eso se le rinde tributo como justo campeón.

3 ya son las finales que Hindú le ganó a Alumni; los otros triunfos los obtuvo en las definiciones del Nacional de Clubes de 2001 y 2003. También esta es la tercera coronación en la URBA de los torcuatenses; antes ganaron en 1996 y 1998.

La sociedad perfecta

Si bien la entrega de todos fue admirable, el equilibrio que le dan al equipo Nicolás y Juan Fernández Miranda es crucial. Alumni, en cambio, no dispuso de un líder conductivo.

Una consistencia indomable

Los forwards de Hindú ganaron su batalla ante un pack que podía complicarlos; el espíritu combativo fue la bandera de un grupo que funcionó como fuerza compacta y se las ingenió para desempeñarse correctamente en situaciones en las que, a priori, parecía inferiror (como el line). Además, en la lucha cuerpo a cuerpo, los de Don Torcuato nunca retrocedieron.

Errores demasiado caros

Cuando Alumni dispuso de ocasiones para marcar no lo hizo y, para colmo, tres equivocaciones (un line defensivo perdido y sendas fallas individuales) derivaron en las conquistas del campeón.

Juan de la Cruz Fernández Miranda

Manejó con clase los tiempos del partido, eligió siempre el mejor camino y asumió la conducción con maestría.

Al dejar el campo, cuando su pierna derecha lo volvió a traicionar 8lo tuvo a maltraer toda la temporada), salió ovacionado; ese fue el merecido reconocimiento para el cerebral apertura de Hindú, gran responsable de la impecable actuación de su equipo.

Manasa se lució, pero también hay que reconocer el espíritu de un equipo comprometido, que derrochó fervor.

Santiago Roccetti - La Nación
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