El Ingeniero Carlos "Veco" Villegas (1945-1989), jugó en Liceo Militar y fue entrenador del plantel superior de esta institución y del San Isidro Club. También fue entrenador de Los Pumas entre 1974 y 1977.

El único Premio que da el Rugby es Jugarlo
Conferencia ofrecida por el "Veco" Villegas con motivo del Primer Congreso de Rugby de Buenos Aires. Noviembre de 1987.

El rugby argentino es un juego en constante crecimiento. Cada vez son más los clubes, los jugadores y el público que lo rodean. Este crecimiento debe ser sano, por tradición creció y se ha desarrollado a través de los clubes. Entonces, hoy, tal como cuando nació el rugby, tienen éstos la enorme responsabilidad de canalizar por el camino correcto el crecimiento natural de nuestro juego.

Para cumplir con esta responsabilidad, los clubes cuentan con diferentes medios. Pero el más eficaz de todos es su rugby superior, el de mayores. Es sin duda el que sirve de ejemplo para todo ese club, y aquí es bueno recordar aquello de que los jugadores se hacen desde abajo hacia arriba, pero que los clubes, y particularmente un tipo determinado de juego, se hace desde arriba hacia abajo. Esta es la verdadera razón por la que el rugby de mayores merece un capítulo aparte. Porque debe dar el ejemplo hacia abajo.

El rugby de mayores no tiene como objetivo principal, como muchos creen, el clasificarse en tal o cual posición, sino que la clasificación es una consecuencia. Lo importante es dar un ejemplo hacia las divisiones inferiores.

La faz práctica del rugby superior, la vamos a analizar desde tres aristas distintas: la organización; las técnicas y tácticas en general; y la actitud hacia el juego. Las tres sumadas, persiguen lo dicho anteriormente. Producir un rugby superior que sirva de ejemplo interno en cada club.

No decimos que es la única organización posible, sino que en el SIC, en estos últimos veinte años, dio un resultado excelente. Todo es importante, todo interactúa. Incluso hablamos, sin trivializar, de la calidez del bar del SIC. Esta atmósfera, lo decimos muy seriamente, complementa lo que se hace en la cancha. Muchísimos equipos se han construído hablando en el bar, muchísimas técnicas se mejoraron en el diálogo alrededor de una copa.

Esta gente tiene que trabajar por el rugby de una manera tan mancomunada, que sea de por sí un ejemplo para todos los demás participantes del club. Entre todos ellos, subcomisión de rugby, entrenadores, capitanes, médicos, empleados, debe haber una confraternidad, una amistad y una relación, poco burocrática y muy rugbística, que de por sí represente la verdadera autoridad que va a manejar el plantel superior.

El grupo va a detectar cualquier resquebrajamiento en la relación y no habrá organización, método, planes, riquezas, que compensen esa falta de autoridad natural, que se produce cuando las cosas son claras y ordenadas.
Este es la primera responsabilidad de las personas que integran este esquema.
Que haya armonía.

Dentro de este esquema, la figura número uno que debe contar con el apoyo incondicional de todos los demás, es el Capitán del plantel superior. Es el destinatario final de los esfuerzos de la autoridad, llamémoslo así, de esta gente que maneja al rugby.
Todos están poniendo el hombro para que en un vértice final la autoridad natural -no impuesta- del rugby, sea a través del capitán del plantel superior, porque esa persona fue elegida por los destinatarios finales del juego.

La tarea: se reunen en forma ordenada dos veces por semana, martes y jueves, que se han convertido en días tradicionales de entrenamiento de todos los clubes de rugby del mundo. Empiezan puntualmente a las 20:30. A esa hora, cambiados, corriendo en la cancha, y eso también es fruto de la experiencia.

Nos ha demostrado que primero, ayuda al jugador a ordenarse en otros aspectos de su vida, más importantes incluso que el entrenamiento. Llegar a tiempo al compromiso que adquirió con sus compañeros. Nos permite cambiarnos, cenar juntos y llegar a casa a una hora razonable. El plazo suele extenderse los jueves, en que el plantel o parte del plantel alarga la sobremesa.

Las cenas de post-entrenamiento, de ninguna manera son obligatorias. Pero son muy convenientes y, cuando se logra que los jugadores lo hagan de buen grado, son muy positivas. Estar más tiempo juntos, para dar base a la relación que debe haber en un plantel superior, que es de respeto.

¿Qué hacemos?

Varía el proceso según la época del año. Pero en términos generales podemos decir que marzo-abril tiene determinada distribución la parte de prácticas, mayo-junio otras y julio-agosto-septiembre otras.

En marzo-abril la preparación física lleva 40-45 minutos los martes y 30 minutos los jueves, dejando el resto, los martes, a prácticas de los forwards, posiciones de obtención; y los jueves, a las partes de campo. Los backs, con prácticas individuales, patear, y dejando los jueves para las prácticas de unidad de tres cuartos, con y sin oposición. Los jueves, en los últimos 20 minutos, es el trabajo de campo de conjunto.

En mayo y junio se disminuye la parte física, y se incrementa la parte de rugby. A esa altura del año las prácticas de scrum adquieren una importancia mayor. En julio, agosto y septiembre la parte física pasa a ser entrada en calor, que será más o menos alargada según la temperatura y la condición en que ha quedado el plantel después del partido del fin de semana.

Normalmente, empiezan a sentirse las baquetas de un campeonato duro como el de Buenos Aires y la regulación de la actividad física es muchísimo más importante que la cantidad de entrenamiento que hagan. En una palabra, mucho criterio ahora, para no equivocarse en la dosificación del entrenamiento.

El plantel superior inicia sus prácticas el 1º de marzo, vieja costumbre de Catamarca Ocampo, que así quedó. Lo que nos pone a veces en cierta inferioridad física a comienzos de la temporada. Pero también la experiencia ha demostrado que nos hace llegar con mayor resto cuando el campeonato exige mayor tensión.

Normalmente tratamos de que la temporada no pase del 30 de octubre, incluídos los sevens y viajes al interior, aunque algunas veces, por invitaciones muy especiales, hemos hecho excepciones.

Ello nos permite tener a la gente más satisfecha con el juego, escaparle a los meses de mayor calor y, en definitiva, lograr una de las cosas que son características del SIC: jugadores que juegan muchos años.

Cuanto más práctica se haga con la pelota, mayor éxito vamos a tener con la concurrencia de jugadores. Nuestra organización debe tender a que el entrenamiento sea agradable y divertido para un hombre que viene de su trabajo. Que el jugador vea sentido a lo que hace. Disponer de mayor cantidad de pelotas y elementos, es muchísimo más importante que la cantidad de horas que uno dedique.

El espíritu del juego, más que nada, no se logra de una organización como la que hemos mostrado, sino a través de una transmisión de los más grandes, fundamentalmente por medio del ejemplo. La manera de conducirse dentro del club, durante los partidos, durante los entrenamientos, en las relaciones con los otros clubes, con las Uniones, con los equipos y las Uniones extranjeras.

Sobre la actitud hacia el juego

La más importante de todas. Esta parte es la que va a ser en definitiva ese ejemplo que reclama un club de su Rugby superior, a través de su capitán, sus jugadores y sus encargados, debe medirse integralmente dentro y fuera de la cancha.

La actitud hacia el rugby no admite localizaciones parciales. No podemos decir: “qué buen partido dentro de la cancha, pero qué flojo que es cuando el partido terminó” y viceversa, “estos tipos son bárbaros en el bar, pero en la cancha aflojan”.

La actitud de ir siempre para adelante, con apoyo y continuidad durante ochenta minutos, debe ser la consecuencia natural de un equipo que así lo ha hecho en una comida del equipo, en una reunión. Actitud hacia el juego dentro y fuera de la cancha, es lo que define si un equipo merecer ser llamado de rugby, o simplemente un equipo de deporte.

El rugby es escencialmente un deporte de actitud, y justamente vamos a tratar de definir sin pretender ser completos, algunas acciones concretas que marcan una correcta actitud.

1) La actitud en entrenamiento.

Ser puntual, estar cambiado en el horario acordado y estar dispuesto a realizar una práctica que sea para mejoramiento propio y del grupo. No basta con que la práctica sea para cumplir con lo que dice el Capitán o el entrenador. Sigue con guardar un silencio natural, pero que también encuentre el momento para plantear todas las dudas.

2) La actitud en la cancha.

Debe ser básicamente la de aquel que agrande los pequeños errores del oponente y disimule los grandes errores propios. Mantener en la cancha una actitud tal que sistemáticamente nuestro equipo esté imponiendo condiciones, aun con limitaciones técnicas o tácticas.

Pero las imponemos por actitud. Ir siempre para adelante, mantener una posición ordenada y sanamente agresiva, tacklear con todo como aspecto distintivo del rugby que queremos jugar. No perdonar la más mínima oportunidad de ataque y no flaquear jamás en defensa.

3) Inmediatamente después del partido.


Algo muy preocupante en el rugby actual, es que se han dejado de dar los hurras por el oponente y se limita a saludos en algunos casos, de cumplido, más que a un real agradecimiento por el partido que se jugó. Un rugby de mayores para dar ejemplo, debe inmediatamente después del silbato final superar cualquier sentimiento.

No puede haber otra cuestión más importante que el adversario por los próximos segundos. Ya habrá tiempo para el festejo si ganamos o para el análisis si perdimos. Para el desborde de alegría, o para la cara larga.

Esta es la actitud de un plantel superior que el club necesita para dar el ejemplo a los más jóvenes. Las enseñanzas de los mejores maestros del rugby juvenil morirán, sin esta actitud.

4) La reunión después del partido.

Aquí tambien se demuestra actitud. Esmerarse por atender, compartir, aprovechar la oportunidad de saber con quién se jugó. Qué hace, qué no hace, qué piensa. Esta es la oportunidad. También sin discrepancias. Como visitante, la actitud es similar.
Carlos "Veco" Villegas
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