Obra de Arte

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29.06.2007 | 10:40
El Drop, Arma Clave

A defensas tan cerradas como las que presenta el rugby de hoy, a esquemas tan tácticos, el drop es una llave para abrir una victoria. Por eso, es fundamental tener en cancha a un muy buen pateador. Y tranquilos, los Pumas tienen más de uno.

Eliseo Branca comentaba hace unos días que el drop es hoy el arma clave en el rugby moderno. El célebre Chapa lo pudo comprobar cuando en 2005 su equipo, el Club Atlético San Isidro, le ganó la final del torneo de la URBA al San Isidro Club con dos drops de Agustín Figuerola.

Pero la estadística es mucho más concluyente si recurrimos a la historia de los Mundiales: dos de los cinco torneos se definieron con un envío de sobrepique, ambos en el segundo período del tiempo suplementario.

En 1995, la William Webb Ellis quedó en manos de Sudáfrica, cuando un drop de Joel Stransky voló bien alto en el Ellis Park de Johannesburgo para decretar la victoria (15-12) de los Springboks sobre los All Blacks.

Y en el último, en 2003, una jugada de pizarrón culminó con un drop de la estrella Jonny Wilkinson para que Inglaterra venciera a los Wallabies australianos (20-17) en el Telstra de Sydney.

Otro inglés y apertura, Rob Andrew, tiene también su marca en cuanto a drops en los Mundiales. En 1991 estampó uno en la semifinal contra Escocia que sirvió para que los de la Rosa accedieran a la final. Y en la edición siguiente, en 1995, metió otro espectacular en los cuartos de final, dejando afuera a los Wallabies, defensores del título.

En el Mundial de 1999, el sudafricano Jannie de Beer estableció un récord difícil de igualar. Y, además, lo concretó en Twickenham, la catedral.

Acertó cinco drops en los cuartos de final ante Inglaterra. En ese mismo torneo, los Wallabies, posteriormente campeones, zafaron en las semifinales de un partido complicadísimo frente a los Springboks. ¿Cómo? Con un drop sobre el final de Stephen Larkham.

Los Pumas, claro, también tienen su historia con los drops a través del botín mágico de Hugo Porta. Como olvidar los tres que metió contra los All Blacks en el empate de 1985, en Ferro.

Más acá en el tiempo, el drop sobre la hora de Gonzalo Quesada para el triunfo contra Francia, en Vélez, en 2003; el que metió Ignacio Corleto frente a Irlanda en el último Mundial que podría haber significado la victoria o el reciente de Felipe Contepomi para establecer el triunfo con Irlanda, en Santa Fe.

El inicio del Tres Naciones también dejó esta tendencia. Dos drops de Francois Steyn sirvieron para que los Springboks dejaran a los Wallabies con las manos vacías.

A defensas tan cerradas como las que presenta el rugby de hoy, a esquemas tan tácticos, el drop es una llave para abrir una victoria. Por eso, es fundamental tener en cancha a un muy buen pateador. Y tranquilos, los Pumas tienen más de uno.


Jorge Búsico - La Nacion
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